Aita me hablaba siempre de Choroni cuando recién nacido mi hermano Miguel Ignacio (1953) fueron a casa de Parodi, como era la carretera con sus innumerables curvas, como era la playa, como se insolo Miguel, pero siempre hablaba de lo sabroso que lo pasaron. Luego yo fui con mis hermanos un día ida por vuelta, excursiones que se repitieron mucho, disfrutando de esa deliciosa playa de la costa aragueña.
Ya cuando tuve carro volví muchas veces, y fui a quedarme a casa de los Castro, gente DEMASIADO QUERIDA PARA MI, en plena Plaza Bolivar, hermosa casa colonial, con gran historia, que para delicia nuestra da al rió, lo cual era un atractivo para las tardes noches, nos bañábamos hasta de madrugada, recordando las parrillas con las cebollas mágicas de Pedro (hijo) Castro.
Choroni es parte de mis buenos recuerdos y travesuras de todo tipo, recuerdo caminar sus hermosas calles, visitar la casa natal de la Madre Maria de San Jose, beata venezolana, entrar a la Iglesia, hasta bañarme en mitad de la calle en un palo de agua (lluvia torrencial), disfrutando cada momento.
Así mismo los días de playa, fuera en Playa Grande, con su oleaje inmenso, o ir en peñero hasta playa seca y en uno de esos tantos viajes ver a Guso (Carlos Penso) rezando y casi llorando por el Mar inquieto que trataba al peñero como un cascaron, llegar a la Playa y el decir que se iba caminando por la montaña que «ni de vaina se montaba mas en el peñero», pero después de unas buenas guarapitas olvidarse del temor e ir cantando a todo pulmon canciones de Soda Stereo.
Ya casado, de los primeros paseos que hicimos fue a Choroni, un día de mi cumpleaños, quedándonos varios días, disfrutando a plenitud del pueblo en otra actitud mas relajada, totalmente romántica.
Choroni merece la pena visitarlo siempre y cada vez querer volver.
COORDENADAS:
10°29´29.8″ N / 67°36´36″ W