Para los que me conozcan sabrán que la Facultad de Veterinaria de la UCV en Maracay, para mi representa algo muy importante, la quiero, la respeto, la añoro, la llevo en mi cada día.
Allí fue donde madure, bueno dirán como leí hoy que en toda casa hay quien no madura, ahí aprendí a vivir semi independiente, para mi nunca uno es independiente, comencé a hacer amistades para toda la vida algunos que considero mis hermanos, abrí los ojos para muchas cosas.
Cuando fui a Maracay la primera vez, durante mi entreverada inscripción, me llevo mi hermana Amaya, me habían avisado que fui aceptado después de presentar una comunicación planteando que tenia promedio superior a muchos de los que habían sido aceptados, era el ultimo día para inscribirme y Amaya me dijo vamos te llevo, nos fuimos en el Maverick crema de mi mama, como ya me había inscrito en Caracas en la UCV lo de Maracay fue relativamente fácil, mas todavía con el cariño que me trataron en Control de Estudios, había un pequeño grupo como yo, algunos hijos de profesores y casos especiales, al final todos fuimos especiales porque quedamos en la casa que vence las sombras la UCV.
Mi hermana Amaya al ver las enormes extensiones del núcleo de Maracay, conociendo que yo al inicio viviría en el Castaño donde mi prima Irma me dijo «Pedro yo hablo con Ama para que te traigas unos de los carros de la casa, porque con este calor te vas a derretir», no fue así, pero los primeros meses quizás por el calor y extrañar la comida de la casa, adelgace como 20 kilos.
Llegue a vivir primero donde mi prima Irma, en una preciosa casa a orillas del rió, en el callejón Paraíso, a la entrada del Castaño, mi prima Irma encantada, pero a mi no me gustaba mucho porque ella estaba demasiado ocupada con el trabajo y mi Tia Irma que estaba enferma con un Alzheimer el cual le había causado una perdida total de la memoria y casi la había llevado a su niñez, por lo cual Irmita tenia que ponerle una dedicación total en la comida, higiene y cuidado general. Allí viví dos semanas luego me mude a la «perrera», residencia de la Señora Maria en El Limón.
El primer día de universidad me pasaron muchas cosas, como a todos en el Anfiteatro los estudiantes de semestres superiores nos querían someter a la burlas por ser nuevos, en el comedor igual por lo que entre vi como era el procedimiento y trate de no meter la pata, gracias a Dios salí liso, por cierto a la primera persona que conoció en el salón de clases fue a Francisco Cabrera y me fui con el al comedor al mediodía y cuando íbamos caminado por la Tierra de Nadie, espacio entre Veterinaria y Agronomia, me pidió que le aguantara los libros, yo los tome sin saber que iba a hacer, el agarro pego un grito, dio un salto y le atesto una patada a un árbol en pleno vuelo, me pidió los libros y me dijo «como soy karateca tengo que liberar energías de vez en cuando», yo me dije este tipo o esta loco o le pego el calor, pero el era así, pero quinas fue de los estudiantes mas capaces y estudiosos.
De mi hermosa Facultad tengo millones de anécdota porque para mi es mi segunda casa, donde crecí, me hice adulto, conocí miles de experiencias, aprendí a afrontar la vida, conocí a mucha gente, empece a parrandear y me enamore. En fin la vida Universitaria da para mucho y mas al estar lejos de la casa.
Nuestras Universidades han preparado profesionales cabales y competentes que ejercen en Venezuela y el Mundo, dejando en alto el nombre de estas casas de estudio.
COORDENADAS:
10° 16´17.6″ N / 67° 36´49.8″ W
Caminando mi Venezuela 